ARTIGOS DE OPINIÓN

SINDICATO DE TRABALLADORES E TRABALLADORAS DO ENSINO DE GALICIA

No nos uséis como excusa

 M.José Molina (STEE-EILAS)

            Hace ya muchos años utilizaba en clase para provocar el debate y la reflexión entorno al relativismo cultural, el etnocentrismo y alguna otra cosa por el estilo, una noticia de prensa. En esta  se comentaba que en un instituto francés, creo recordar que en Neuilly,  en nombre de los principios republicanos  y laicos que  guiaban a la escuela francesa, se había prohibido la entrada a las alumnas que llevaban chador. Siempre acabábamos la clase comentando que, tarde o temprano, situaciones como esa tendríamos en nuestras aulas. Lo que no podía pensar es que, llegado el momento, la polémica  se haya presentado envuelta en un discurso tan  perverso.   

La noticia ha ocupado espacio y comentarios en toda la prensa. A  Fátima, una niña marroquí, matriculado en un centro católico concertado, no se le permite asistir a clase con chador. La consejería de educación busca salida a esta situación y la  traslada  a un Instituto Público donde, inmediatamente, su directora hace unas declaraciones diciendo que la niña no podrá asistir a clase con el pañuelo porque es un símbolo de discriminación de la mujer y va en contra de la constitución, que prohíbe cualquier tipo de discriminación en función del sexo.

¿Y hasta ahora nadie se ha planteado lo mismo cuando, en las clases para adultos, tiene una alumna  que es monja y  va con su hábito religioso? Es más, las tenemos no sólo de alumnas, si no de  maestras, conociendo la importancia que  el modelo de referencia, el de las personas adultas,  tiene   a la hora de formar a nuestro alumnado en la igualdad. Y no estoy hablando de centros privados con un determinado ideario religioso  que en definitiva, dentro de unos límites, podían hacer de su capa un sayo. Hablo de centros  concertados, esto es, que se financian con el dinero público y que debían atenerse escrupulosamente a las normas de laicidad y no-discriminación que proclama la constitución.

No salía de mi asombro cuando veía en la televisión  a la monja, vestida con su hábito, explicando que el pañuelo es un símbolo de discriminación sexual hacia las mujeres ¿Y quién ha dicho que es más símbolo de discriminación sexual que el llevar tacones de aguja, por ejemplo?

Todas las sociedades que conocemos son discriminatorias y excluyentes hacia  las mujeres. Pero esa discriminación toma diversas formas en las distintas culturas o expresiones que adoptan las relaciones sociales. Y lo que no podemos   admitir es que las formas de los otros, o las otras, son las nefastas e injustas y las nuestras no tienen importancia ¿O es que no tiene importancia el aumento continuo  de las víctimas de la violencia de género, mientras que la sociedad no toma medidas y los jueces siguen permitiéndose sentencias que parecen la quintaesencia del machismo? En nuestra cultura sigue funcionando lo de “la maté porque era mía” y nos rasgamos las vestiduras por un chador.

Yo creo que a muchas que llevamos mucho tiempo en esta pelea por la igualdad entre hombres y mujeres, se nos encoge el corazón al pensar que, amparándose en el discurso de la igualdad, a una niña marroquí se la excluye de la escuela.

Y por ahí no vamos a pasar. No podemos dejar que utilicen ese discurso para justificar lo que no es más que etnocentrismo, primacía de una religión, de una cultura sobre las demás. En la escuela se pueden plantear muchos problemas, y se plantean, cuando intentamos una educación que rompa los modelos sexista que hay en nuestra sociedad. Pero los problemas no pasan por el chador.  El chador se ha tomado como símbolo de la diferencia, y  en esa diferencia se apoyan para justificar la exclusión.

Pero que no recurran a los derechos de las mujeres. Que no utilicen la no discriminación y la lucha por la igualdad como excusa cuando de lo que se está hablando es lisa y llanamente, de exclusión social.

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